Domingo 16 de diciembre, 2007.-
Antes de comenzar esta nota, quiero agradecer de manera muy especial a mi amiga Verónica, a su tía Antonia y a mi amiga Ana por dejarse consentir y cuidar por su servidor en esta aventura.
Con ganas de quemar combustible, planificamos mi amiga Verónica y yo un paseo para su tía Antonia, quien nos visita desde Cangurolandia. La semana anterior las acompañé en un viaje mágico a Perquín, pero que no será incluido en este blog, porque no fue a bordo del Chucho. En su defecto, pueden echar un vistazo en nuestro blog hermano. Esta vez, me tocaba conducir a mí, y que mejor viaje, que explorar un poco la belleza de los volcanes, un verdadero reto para mi carrito, el cual para mi orgullo, superó con la confianza de siempre todas las pruebas de montaña a las que fue sometido.
Así pues, emprendimos la ruta en un viaje entre volcanes, el cual iniciamos en el volcán de San Salvador, vecino eterno de todos los capitalinos, el cual tiene muchos secretos y rincones mágicos como el que disfrutamos como primera parada del recorrido. El ascenso fue algo único, una carretera llena de color y aroma, de cantones y caseríos y gente que vive la vida de una forma más relajada que la mayoría de habitantes de la urbe.
Nuestra primera parada fue en un sitio hermoso llamado Café Miranda, un sitio lleno de paz y con un imponente paisaje para deleitar con un Expresso, un Chocolate o un Americano a la sombra de los árboles y la naturaleza. Café Miranda está ubicado en el antiguo casco de la finca del mismo nombre, en medio del recorrido entre Santa Tecla y Quezaltepeque. Personalmente sugiero este lugar para dejar tirado el estrés cotidiano y ganar un poco de buena vibra que bien cae. Cogimos una mesa, y ordenamos algo de beber acompañado de un postre, personalmente sugiero la quesadilla del lugar, aunque los pasteles que deleitaron mis acompañantes no estaban nada mal. Entre deleite y paisaje, conocimos las instalaciones, que incluyen las vistas hacia los valles de zapotitán y San Andrés y los cerros de Nejapa y el imponente Guazapa, así como vistas a la zona norte de la capital y la ciudad de Quezaltepeque.
Rato más tarde, continuamos nuestro viaje rumbo a occidente, tomando como punto de escala el hermoso lago de Coatepeque. Recorrimos un par de kilómetros en la ruta de descenso hasta llegar al mirador, desde donde se puede observar la belleza del lago, así como los ascensos de los volcanes de Santa Ana ó Ilamatepec y el hermoso volcán de Izalco. La belleza de singular paisaje invita a tomarse el tiempo para admirarlo y claro revivir viejas aventuras y añadir más al cúmulo de historias para los nietos, y claro, disfrutar a plenitud de la vista, del clima y de la compañía. El lago de Coatepeque es básicamente un volcán antiguo tipo caldera, situado en una de las zonas más inquietas de mi país. Tiene como vecinos a otros dos volcanes más jovenes los cuales están incluidos en nuestra ruta. Debido a lo extenso de nuestra travesía y al tiempo mismo, volvimos a tomar carretera, rumbo al parque nacional Cerro Verde, situado al extremo sur del lago de Coatepeque. La ruta hacia ese lugar, bordea el lago y hay diferentes sitios para observar la belleza del lago, obviamente, nos detuvimos en los miradores que ha dispuesto el ministerio de turismo de El Salvador, pues este hermoso lago vanidoso tiene distintas caras las cuales pueden observarse a lo largo de la carretera que lo bordea. Durante el ascenso al Cerro Verde, encontramos otro mirador más, y luego de unos minutos llegamos a uno de los sitios más bonitos que hay en el recorrido. El parque nacional Cerro Verde tiene una historia curiosa, Situado entre las cimas del Volcán Ilamatepec y el Izalco, se halla el cerro verde; desde cuya cima el visitante puede deleitar la vista con los paisajes de los volcanes, así como del lago de Coatepeque. A mediados de la década de 1960, el antiguo ISTU (Instituto Salvadoreño de Turismo) construyó un hotel para que la gente pudiera observar de cerca la actividad del Izalco, mejor conocido como "Faro del Pacífico" el cual, mantuvo cierta actividad volcánica, la cual cuentan era un hermoso espectáculo, fenómeno que se remonta hasta mediados del sigo XIX. Casualmente previo a la inauguración del hotel y el parque, el Izalco se fue a dormir, dejando ilusionados a todos los que soñaron con visitar el hotel y apreciar el fenómeno durante la noche. Del otrora hotel de montaña solamente están las ruinas, pero aún así la hermosa vista del Izalco dormido es impresionante. El parque tiene otros atractivos no menos valiosos que el Izalco, Hay senderos que llevan al turista al mirador del lago, hay un orquidiario, áreas de pic-nic, y un clima riquísimo que invita al deleite y al relax. Siendo Izalco uno de los volcanes más hermosos de mi país y mi favorito por cierto, dediqué mucho rato a disfrutarlo, a vivirlo y claro a compartirlo con mis tres amigas. Siendo hora del almuerzo, y luego de apreciar la belleza del lugar, emprendimos el descenso, para el último punto de interés de nuestro viaje. Dispusimos bordear la cadena volcánica para almorzar en uno de los rincones mágicos de este país. Bajamos del Cerro Verde hasta llegar a la autopista que conecta San Salvador con la Ciudad de Sonsonate, para luego ascender nuevamente por la preciosa ruta de "Los Naranjos" que une a Sonsonate con Santa Ana. Una ruta llena de café, gente alegre y paisajes de todo tipo. Situado en el punto más alto de la ruta, el municipio de Los Naranjos, tiene entre sus atractivos un restaurante muy acogedor, con envidiable clima, hermosas vistas de los cafetales y del volcán de Santa Ana, un rinconcito llamado Paso del Alaska, donde el buen comer y el paisaje se juntan para ofrecer al visitante un deleite total, y obviamente una experiencia única. Personalmente no me canso de visitar y recomendar el lugar a mis amigos, vale la pena el viaje para la experiencia que se vive. En Alaska, comimos como reyes, disfrutamos de lo verde y descansamos del viaje. Como bien dice el slogan del lugar, Un conjunto cautivador, donde se sirve buena mesa entre naturaleza y paisajes. Luego de la comilona, nada mejor que un delicioso café, acompañado del hermoso atardecer, lleno de tonos naranja que contrastan muy bien con el verde de los cafetales. Desgraciadamente, el tiempo es el peor enemigo de los aventureros, así que con las últimas luces del día, emprendimos el retorno a casa, sin antes dedicar unos minutos a contemplar la belleza singular del lugar y tomar unas fotografías para el recuerdo. Sin duda alguna, este paseo, este tour de los volcanes ha sido una de las aventuras más gratas de mi vida, tanto por la gama de sensaciones vividas, los infinitos paisajes deleitados y la compañía que dio ese toque especial al paseo. En mi galería de fotos en Picasa, dejo para ustedes una galería completa de imágenes de este viaje.
Con ganas de quemar combustible, planificamos mi amiga Verónica y yo un paseo para su tía Antonia, quien nos visita desde Cangurolandia. La semana anterior las acompañé en un viaje mágico a Perquín, pero que no será incluido en este blog, porque no fue a bordo del Chucho. En su defecto, pueden echar un vistazo en nuestro blog hermano. Esta vez, me tocaba conducir a mí, y que mejor viaje, que explorar un poco la belleza de los volcanes, un verdadero reto para mi carrito, el cual para mi orgullo, superó con la confianza de siempre todas las pruebas de montaña a las que fue sometido.
Así pues, emprendimos la ruta en un viaje entre volcanes, el cual iniciamos en el volcán de San Salvador, vecino eterno de todos los capitalinos, el cual tiene muchos secretos y rincones mágicos como el que disfrutamos como primera parada del recorrido. El ascenso fue algo único, una carretera llena de color y aroma, de cantones y caseríos y gente que vive la vida de una forma más relajada que la mayoría de habitantes de la urbe.
Nuestra primera parada fue en un sitio hermoso llamado Café Miranda, un sitio lleno de paz y con un imponente paisaje para deleitar con un Expresso, un Chocolate o un Americano a la sombra de los árboles y la naturaleza. Café Miranda está ubicado en el antiguo casco de la finca del mismo nombre, en medio del recorrido entre Santa Tecla y Quezaltepeque. Personalmente sugiero este lugar para dejar tirado el estrés cotidiano y ganar un poco de buena vibra que bien cae. Cogimos una mesa, y ordenamos algo de beber acompañado de un postre, personalmente sugiero la quesadilla del lugar, aunque los pasteles que deleitaron mis acompañantes no estaban nada mal. Entre deleite y paisaje, conocimos las instalaciones, que incluyen las vistas hacia los valles de zapotitán y San Andrés y los cerros de Nejapa y el imponente Guazapa, así como vistas a la zona norte de la capital y la ciudad de Quezaltepeque.
Rato más tarde, continuamos nuestro viaje rumbo a occidente, tomando como punto de escala el hermoso lago de Coatepeque. Recorrimos un par de kilómetros en la ruta de descenso hasta llegar al mirador, desde donde se puede observar la belleza del lago, así como los ascensos de los volcanes de Santa Ana ó Ilamatepec y el hermoso volcán de Izalco. La belleza de singular paisaje invita a tomarse el tiempo para admirarlo y claro revivir viejas aventuras y añadir más al cúmulo de historias para los nietos, y claro, disfrutar a plenitud de la vista, del clima y de la compañía. El lago de Coatepeque es básicamente un volcán antiguo tipo caldera, situado en una de las zonas más inquietas de mi país. Tiene como vecinos a otros dos volcanes más jovenes los cuales están incluidos en nuestra ruta. Debido a lo extenso de nuestra travesía y al tiempo mismo, volvimos a tomar carretera, rumbo al parque nacional Cerro Verde, situado al extremo sur del lago de Coatepeque. La ruta hacia ese lugar, bordea el lago y hay diferentes sitios para observar la belleza del lago, obviamente, nos detuvimos en los miradores que ha dispuesto el ministerio de turismo de El Salvador, pues este hermoso lago vanidoso tiene distintas caras las cuales pueden observarse a lo largo de la carretera que lo bordea. Durante el ascenso al Cerro Verde, encontramos otro mirador más, y luego de unos minutos llegamos a uno de los sitios más bonitos que hay en el recorrido. El parque nacional Cerro Verde tiene una historia curiosa, Situado entre las cimas del Volcán Ilamatepec y el Izalco, se halla el cerro verde; desde cuya cima el visitante puede deleitar la vista con los paisajes de los volcanes, así como del lago de Coatepeque. A mediados de la década de 1960, el antiguo ISTU (Instituto Salvadoreño de Turismo) construyó un hotel para que la gente pudiera observar de cerca la actividad del Izalco, mejor conocido como "Faro del Pacífico" el cual, mantuvo cierta actividad volcánica, la cual cuentan era un hermoso espectáculo, fenómeno que se remonta hasta mediados del sigo XIX. Casualmente previo a la inauguración del hotel y el parque, el Izalco se fue a dormir, dejando ilusionados a todos los que soñaron con visitar el hotel y apreciar el fenómeno durante la noche. Del otrora hotel de montaña solamente están las ruinas, pero aún así la hermosa vista del Izalco dormido es impresionante. El parque tiene otros atractivos no menos valiosos que el Izalco, Hay senderos que llevan al turista al mirador del lago, hay un orquidiario, áreas de pic-nic, y un clima riquísimo que invita al deleite y al relax. Siendo Izalco uno de los volcanes más hermosos de mi país y mi favorito por cierto, dediqué mucho rato a disfrutarlo, a vivirlo y claro a compartirlo con mis tres amigas. Siendo hora del almuerzo, y luego de apreciar la belleza del lugar, emprendimos el descenso, para el último punto de interés de nuestro viaje. Dispusimos bordear la cadena volcánica para almorzar en uno de los rincones mágicos de este país. Bajamos del Cerro Verde hasta llegar a la autopista que conecta San Salvador con la Ciudad de Sonsonate, para luego ascender nuevamente por la preciosa ruta de "Los Naranjos" que une a Sonsonate con Santa Ana. Una ruta llena de café, gente alegre y paisajes de todo tipo. Situado en el punto más alto de la ruta, el municipio de Los Naranjos, tiene entre sus atractivos un restaurante muy acogedor, con envidiable clima, hermosas vistas de los cafetales y del volcán de Santa Ana, un rinconcito llamado Paso del Alaska, donde el buen comer y el paisaje se juntan para ofrecer al visitante un deleite total, y obviamente una experiencia única. Personalmente no me canso de visitar y recomendar el lugar a mis amigos, vale la pena el viaje para la experiencia que se vive. En Alaska, comimos como reyes, disfrutamos de lo verde y descansamos del viaje. Como bien dice el slogan del lugar, Un conjunto cautivador, donde se sirve buena mesa entre naturaleza y paisajes. Luego de la comilona, nada mejor que un delicioso café, acompañado del hermoso atardecer, lleno de tonos naranja que contrastan muy bien con el verde de los cafetales. Desgraciadamente, el tiempo es el peor enemigo de los aventureros, así que con las últimas luces del día, emprendimos el retorno a casa, sin antes dedicar unos minutos a contemplar la belleza singular del lugar y tomar unas fotografías para el recuerdo. Sin duda alguna, este paseo, este tour de los volcanes ha sido una de las aventuras más gratas de mi vida, tanto por la gama de sensaciones vividas, los infinitos paisajes deleitados y la compañía que dio ese toque especial al paseo. En mi galería de fotos en Picasa, dejo para ustedes una galería completa de imágenes de este viaje.
1 comentario:
me parece muy buena pagina las fotos postales estan muy bien.
Las playas que tenemos son preciosas si puede incluir mas seria bueno
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