Lunes 4 de febrero, 2008.
Esta nota, es muy especial, triste, única y no había querido escribirla por obvias razones. Esta tarde, el chucho se vio en la necesidad de tomar un transporte para llegar a casa, ya que le vino a gana arruinarse y por lo mismo privarse de la pavimentada, dieta diaria de vida mía y de mi compañero.
Al final del día, me dirigí a Santa Tecla a hacer unas diligencias de trabajo , y como siempre, mi carrito me llevó con bien hasta mi destino. Terminé mis labores y dispusimos, mi carrito y yo el regreso a San Salvador. El carrito arrancó bien y salió como habitual rumbo a casa, pero al avanzar algunas cuadras, un ruido raro se apoderó del motor, dejándolo sin fuerza y haciéndonos valer de la gravedad para avanzar hasta un sitio seguro. De hecho avanzamos unos 4 kilómetros hasta el lugar donde me quedé para no estorbar en la hora pico del tráfico de las 6 de la tarde.
Un poco ahuevado por el percance, decidí llamar a la grúa para que de una vez me remolcara a casa, para luego idear un plan para reparar a mi compañero. Como todo buen canino previsor, el Chucho está suscrito al Automóvil Club de El Salvador, y tiene servicio de grúa y auxilio mecánico, del cual por cierto no tengo queja por su buen servicio. Llegó la grúa y luego de subir al carrito a la plataforma de la grúa, nos dirigimos hacia mi domicilio, donde con la ayuda del operario logramos meter al Chucho en su garaje con techo. Francamente está fue una pasada que todos los choferes vivimos alguna vez en la vida, y esta vez me pasó a mí, y doy gracias a Dios por haber tenido la idea de adquirir la membresía de la grúa, pues uno no sabe que cosas pueden pasar tras el volante
Al llegar a casa, el Chucho fue confinado a su parqueo hasta que su mecánico de cabecera, "el Colocho" venga a pegarle una miradita y hacerme un presupuesto para su reparación. Mientras, volveré al antiguo golpe de ala que se vive en el transporte colectivo y a buscar quien me patrocina la reparación de mi bólido compañero.
Por cierto, por cada clic que ustedes dan en la propaganda al pie de esta y las demás notas, recibo un dinerito. No vendría a mal un par de miles de clics de su parte para ayudar a la causa.
Al final del día, me dirigí a Santa Tecla a hacer unas diligencias de trabajo , y como siempre, mi carrito me llevó con bien hasta mi destino. Terminé mis labores y dispusimos, mi carrito y yo el regreso a San Salvador. El carrito arrancó bien y salió como habitual rumbo a casa, pero al avanzar algunas cuadras, un ruido raro se apoderó del motor, dejándolo sin fuerza y haciéndonos valer de la gravedad para avanzar hasta un sitio seguro. De hecho avanzamos unos 4 kilómetros hasta el lugar donde me quedé para no estorbar en la hora pico del tráfico de las 6 de la tarde.
Un poco ahuevado por el percance, decidí llamar a la grúa para que de una vez me remolcara a casa, para luego idear un plan para reparar a mi compañero. Como todo buen canino previsor, el Chucho está suscrito al Automóvil Club de El Salvador, y tiene servicio de grúa y auxilio mecánico, del cual por cierto no tengo queja por su buen servicio. Llegó la grúa y luego de subir al carrito a la plataforma de la grúa, nos dirigimos hacia mi domicilio, donde con la ayuda del operario logramos meter al Chucho en su garaje con techo. Francamente está fue una pasada que todos los choferes vivimos alguna vez en la vida, y esta vez me pasó a mí, y doy gracias a Dios por haber tenido la idea de adquirir la membresía de la grúa, pues uno no sabe que cosas pueden pasar tras el volante
Al llegar a casa, el Chucho fue confinado a su parqueo hasta que su mecánico de cabecera, "el Colocho" venga a pegarle una miradita y hacerme un presupuesto para su reparación. Mientras, volveré al antiguo golpe de ala que se vive en el transporte colectivo y a buscar quien me patrocina la reparación de mi bólido compañero.
Por cierto, por cada clic que ustedes dan en la propaganda al pie de esta y las demás notas, recibo un dinerito. No vendría a mal un par de miles de clics de su parte para ayudar a la causa.
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