Domingo 23 de Marzo, 2008.-
Contrariamente a lo vivido el año pasado para estas fechas, en las que junto a mi querido compañero hicimos y vivimos muchas cosas, esta Semana Santa, el Chucho se la pasó guardado en el taller, ya que no fue finalizada la reparación. En cierto modo, fue muy bueno que el carro pasara la Semana Mayor guardado, Dios sabrá por qué. Para ser sincero, esperaba me lo entregaran el miércoles Santo, pero por un problema durante el armado del motor, la propietaria del taller, luego de mil disculpas, me prometió devolvermelo ya funcional en la semana de Pascua.
La verdad, me hubiera gustado mucho tenerlo de vuelta durante esta semana, tenía algunos planes para estos días, pero ni modo, me tocó pasarme la mayoría de los días descansando, o en el mejor de los casos, movilizarme en bus, como hice el miércoles, jueves, y sábado; días en los que hice algunas cosas interesantes, como pasar un buen tiempo con mi querida Princesa con quien compartí algunas de las delicias culinarias tradicionales de estos días, las dichosas torrejas; me di una vuelta por el centro de la ciudad para observar las tradicionales alfombras que se elaboran para el paso del Santo Entierro, y bueno, el sábado de gloria, un paseo a la costa junto a Cecilia y Jorge y con mi amiga Ana.
Francamente fue algo distinta mi Semana Santa este año, ya que en contraste con el año pasado, que me la pasé trabajando, y conduciendo como demente durante toda la Semana Mayor, este año pude descansar un poco, distraer la mente y deshacerme del maldito estrés que las labores diarias hacen aparecer.
Quiero, en esta nota agradecer con un gran abrazo a Cecilia, su familia y su esposo Jorge, un excelente camarada por invitarme a asolearme y olvidar un poco el trajín diario de la vida.
Durante la Semana Mayor de 2007, el Chucho se dedicó a trabajar,
aunque hubo algunos momentos de ocio y distracción también.
La verdad, me hubiera gustado mucho tenerlo de vuelta durante esta semana, tenía algunos planes para estos días, pero ni modo, me tocó pasarme la mayoría de los días descansando, o en el mejor de los casos, movilizarme en bus, como hice el miércoles, jueves, y sábado; días en los que hice algunas cosas interesantes, como pasar un buen tiempo con mi querida Princesa con quien compartí algunas de las delicias culinarias tradicionales de estos días, las dichosas torrejas; me di una vuelta por el centro de la ciudad para observar las tradicionales alfombras que se elaboran para el paso del Santo Entierro, y bueno, el sábado de gloria, un paseo a la costa junto a Cecilia y Jorge y con mi amiga Ana.
Francamente fue algo distinta mi Semana Santa este año, ya que en contraste con el año pasado, que me la pasé trabajando, y conduciendo como demente durante toda la Semana Mayor, este año pude descansar un poco, distraer la mente y deshacerme del maldito estrés que las labores diarias hacen aparecer.
Quiero, en esta nota agradecer con un gran abrazo a Cecilia, su familia y su esposo Jorge, un excelente camarada por invitarme a asolearme y olvidar un poco el trajín diario de la vida.
Durante la Semana Mayor de 2007, el Chucho se dedicó a trabajar,
aunque hubo algunos momentos de ocio y distracción también.
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