Sábado Cinco de Abril, 2008.
Así pues, esta mañana, luego de dos meses de separación obligatoria y convalecencia mecánica, me encantó ver al Chucho limpio, con su motor armado y en su sitio, y más aún escuchar el ruido que hace el escape cuando arranca. Casualmente el sonido que hace, parece un ladrido cuando el carro arranca en la primera marcha. Le pagué a la señora, me dieron una larga lista de qués y que nos con el carro y me dejaron una cita para dentro de dos semanas para hacerle algunos ajustes de ley, "una reapretada" en la juerga de mecánico del Colocho.
Salí pues de San Salvador, rumbo al oriente, por la Panamericana con ruta a la ciudad de San Vicente, en una forma de homenaje al primer viaje que realicé con mi carrito el día que obtuve mi licencia de conducir. La conducción, como siempre, suave y estable, un poco menos ruidoso y como siempre, un viaje sin complicaciones. Sinceramente, el viaje San Vicente es corto, ya que esta ciudad dista de la capital unos 60 kilómetros, pero es una muy buena ruta, la cual tiene varias vistas únicas, como el Lago de Ilopango, que de hecho es un antiguo volcán tipo caldera y claro, el majestuoso Chinchontepec, o Volcán de San Vicente, en cuyas faldas, el Precioso Valle Jiboa provee una de las más fértiles tierras. Aquí los agricultores cosechan caña de azúcar, maíz, frijoles, sorgo, zacate limón y hortalizas entre otras. Es común también, a lo largo de la ruta,
Luego de un descanso breve en el desvío hacia la ciudad de San Vicente, emprendí el retorno a la ciudad, con la alegría que mi compañero está listo para más kilómetros de aventura, trabajo, fotografía y buenas letras. Espero nada más que la gasolina no siga subiendo, y contar con nuevas excusas para rodar carretera por este país chiquito del que estoy más que enamorado.
Por cierto, quiero agradecer a mi hermana Marta, quien me regaló el sticker de Betty Boop que el Chucho ahora luce en su colita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario