domingo, 5 de octubre de 2008

Al Encuentro de mi Madre en Tapachula (Parte II)

Domingo 5 de Octubre, 2008.-

Tras un sueño digamos reparador, nos amaneció un delicioso domingo en la ciudad de Tapachula. Mientras mi hermana se había ido a la terminal a buscar a mi madre, dispuse ducharme y luego salir a la terraza del hotel para observar las cordilleras de la Sierra Madre y oler el amanecer de una ciudad que era nueva para mí. Llegó mi madre junto a mi hermana, y luego de recibir a mi madre y saber de sus aventuras de viaje,ordenarmos nuestras maletas y dejamos el hotel para volver a la carretera rumbo a El Salvador. Antes de dejar Tapachula, necesitábamos recargar baterías, por lo que nos orientamos a una tienda de conveniencia para buscar algo que comer, pero sólo logramos hallar un café recién colado, el cual por lo menos llenó mis expectativas cafeteras. Tras una parada obligatoria en un supermercado en las afueras de la ciudad, donde compramos un delicioso pan baguette, jamón, queso y otras cosas para comer, dispusimos desayunar sentados en el parqueo del mismo súper, para luego tomar la carretera buscando como primera parada el punto fronterizo de Talismán. Dado que anoche cuando cruzamos la frontera veníamos exhaustos por el viaje, no nos detuvimos mucho tiempo para observar los alrededores, y claro, la oscuridad de la noche tampoco ayudaba mucho. Pero hoy, luego de realizar el sellado de pasaportes en la aduana Mexicana, nos tomamos un par de minutos para observar los alrededores, y tomarnos unas fotos para el recuerdo. Guatemala y México se dividen naturalmente en este punto por el Río Suchiate, el cual nace en las colinas del Hermoso Volcán Tacaná, del lado Guatemalteco. Este Volcán que también marca la frontera - y no sólo geopolítica - entre Guatemala y México, es el último miembro del sistema Volcánico Centroamericano y junto al Suchiate son mudos testigos del tránsito de miles de indocumentados Centroamericanos y de otras nacionalidades que usan esta ruta para llegar a Estados Unidos. Tras cruzar el puente que une a estas dos naciones, hicimos el papeleo de ingreso al sistema CA-4, el cual permite circular libremente a través de Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua. Tras dejar la aduana de El Carmen, emprendimos el viaje nuevamente, conmigo al volante. Nos hizo un buen clima y una buena carretera. A eso del mediodía, tras dos horas de viaje, nos detuvimos otra vez en Mazatenango para cargar otra vez el tanque de La Chucha, descanzar unos minutos y hacer el relevo de piloto. Mi hermana condujo el tramo peligroso entre Mazatenango y Escuintla, esta vez con mucha lluvia, la cual vuelve doblemente peligrosa esta vía, tanto por las obras de construcción, el mal estado de la calle y por los abusos que los choferes Chapines comenten aún sabiendo lo peligrosa que es esta vía. En mis muchos viajes en autobús a Guatemala y las veces que he viajado con mi querida Marta Cuevas, había visto y vivido esto del lado del pasajero, pero esta vez, al vivirlo del lado del volante, me convenzo más que el estándar de chofer Guatemalteco es bastante osado; aún más que el Salvadoreño, que en general no se queda atrás en este rubro.

Tras recorrer otras dos horas, llegamos a la ciudad de Escuintla, en cuyas afueras hicimos otra parada en una pequeña fonda, donde aprovechamos para realizar otro relevo de chofer, descanzar unos minutos e ir al baño, para continuar nuestro último tramo de viaje en tierras Chapinas, recorriendo la Litoral cruzando por los hermosos cañales, infinidad de puentes con ríos caudalosos y una carretera más tranquila que me dio una conducción más relajada. A media tarde,, luego de dos horas de manejo, llegamos al puesto fronterizo Pedro de Alvarado, y tras hacer los tramites en la aduana Guatemalteca, cruzamos sobre el río Paz para ingresar nuevamente a tierras Guanacas, en La Hachadura. Tras una breve inspección por parte del personal de Aduanas, emprendimos de nuevo el viaje recorriendo los últimos 125 kilómetros de carretera, cruzando por las ciudades de Cara Sucia, San Francisco Menéndez, Sonsonate y Armenia; un tramo un poco complicado por la fuerte lluvia que nos acompañó en buena parte del camino. Tras hacer un último relevo, por parte de mi Cuñado, quien nos esperaba en las cercanías del Sitio del Niño, concluimos nuestro viaje con bien, llegando todos sanos, un poco cansados por el trajín, pero felices de haber vivido esta experiencia y por haber traído de vuelta a mi madre luego de su aventura en tierras Aztecas.

En resumen, esta aventura en carretera fue un abanico de experiencias, ya que tuve la oportunidad de saborear la carretera fuera de mi tierra, conocer nuevos lugares, disfrutar de nuevos paisajes, compartir tiempo con mi hermana y estrechar un poco más ese vínculo compartido por la aventura, la carretera y el descubrimiento.

Esta nota quiero dedicarla a mi hermana La Pastora y a mi madre por compartir conmigo esta experiencia; a mi Hermana Marta y su esposo El mero Mike, por el reciente nacimiento de su hija, a mi Cuñado - Control Tierra - por haber estado pendiente de nosotros durante el viaje. También quiero agradecer a mi jefe por las facilidades que me dio para realizar esta travesía y por los datos técnicos que me proveyó también . Así también, a mis tíos y parientes en Guatemala por estar al pendiente de nuestra aventura. Hago también una mención honorífica a mis tías Ana y Cristina en Canadá por su apoyo en la lontananza.



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