Sábado 25 de Octubre, 2008.-
Creo que a todo redactor, fotógrafo y columnista le ha pasado que luego de planificar con detalle y esmero una nota, esta no puede llevarse a buen fin por factores adversos, dichosos imprevistos que suelen aparecer cuando uno menos los necesita, pero que le dan sabor a la redacción y a la nota misma. Eso me pasó esta tarde, ya que desde hace varias semanas venía con la sana intención de dedicar una nota a un lugarcillo que redescubrí hace poco y que me dio un buen material para compartirlo con los lectores asíduos de mi Bitácora y también compartir con el mundo un lugar más de mi terruño y sobre las delicias culinarias típicas que eran el centro de dicha nota.
Hoy, luego de la planificación de costumbre, mi querido Isa y yo nos decidimos a visitar el Parque Balboa, un lugar de recreación familiar, ubicado a 15 minutos al sur de San Salvador, un lugar apto para caminar, respirar aire fresco, compartir con familia y amigos; y claro, para degustar nuestro platillo típico por excelencia, las pupusas. Mi nota originalmente trataría sobre el pupusódromo del Parque Balboa, pero la lluvia que nos cayó esta tarde mermó el ambiente para las fotos, pero igual, traigo gratos momentos para compartir y un par de imágenes de este viaje, que no salió como esperaba, pero que me dejó una nueva amistad y una grata experiencia.
A media tarde, me reuní con mi amigo Isa, para movilizarnos a bordo del mimado Bólido Canino, buscando la ruta que nos llevara hacia Los Planes de Renderos, punto geográfico que es compartido por los municipios de San Salvador, San Marcos y Panchimalco, ya que todos reclaman la soberanía de dicho cantón, pero según mi gran amigo Nelson, habitante de este lugar; cuando es necesario, ninguno de los tres municipios que se disputan estas tierras hace algo por los habitantes. Los Planes, tiene a bien varios sitios de interés para el visitante local y el foráneo: El Parque Balboa, con su bosque, juegos para niños, clima envidiable y lugares para departir; el parque de la familia, un parque familiar, construido hace un par de años, y que colinda con el Balboa, y La Puerta del Diablo, que no es otra cosa más que un sistema de elevaciones rocosas, ubicadas a 1 kilómetro al sur del casco urbano de Los Planes, lugar ideal para realizar una caminata de montaña y disfrutar del atardecer en la cima de las colinas, parte del sistema del Cerro El Chulo, desde cuyas cimas puede apreciarse la franja litoral del Pacífico, el Lago de Ilopango y parte de la ciudad capital y el Volcán de San Salvador, así como el hermoso Chinchontepeq, o volcán de San Vicente.
Al llegar al Obelisco del Parque Balboa, cuyo nombre viene a honrar al conquistador y explorador Español Vasco Nuñez de Balboa, a quien se le atribuye el descubrimiento del mar del sur, ahora conocido como Océano Pacífico, y a ser el primer Europeo en fundar la primera ciudad permanente en la América Continental, Santa María la Antigua del Darién, en la ahora pujante república de Panamá. En este punto nos estacionamos por dos grandes razones: una, degustar algunas delicias del maíz que son ofrecidas a la orilla de la calle. Aquí el visitante puede degustar un delicioso atol de elote, riguas con queso, elotes tiernos asados, tortas de elote y otras delicias típicas del maíz, platillo base de nuestras tierras Mesoamericanas. Además, en este lugar nos reuniríamos con mi amiga Irene, a quien doy la bienvenida no oficial, y espero podamos compartir ese gusto por la aventura, la exploración y la carretera. Tras el arribo de nuestra amiga, ingresamos al parque, el cual de día cobra una tarifa muy cómoda por el ingreso. Al caer la noche, la pluma que impide el acceso libre es levantada para que la gente pueda ingresar al pupusódromo sin restricciones. Estacionamos al Chucho y el vehículo de mi amiga, para darnos una caminata por el parque, y compartir experiencias. A nuestro arribo al parque, la tarde se pintaba como una típica del ya próximo Noviembre, con cielos anaranjados, clima templado y sin ningún indicio de lluvia. Mientras estirábamos las patas en el parque, de súbito, un chubasco se dejó caer haciéndonos correr en busca de un lugar donde guarecernos, ya que la lluvia en lugar de mermar, decidió caer muy fuerte, dejándonos sin más opción que esperar el escampe en un chalet donde logramos mantenernos secos y seguros. Mientras la lluvia hacía de las suyas, mi amiga y yo nos dedicamos a la conversa, a relatar cada quien las actualidades de su vida y sobre las aventuras y desventuras vividas. Al escampar la lluvia, volvimos al sitio donde estacionamos los vehículos, y mi amiga se despidió pues tenía otros asuntos que atender, pero desde ya se apuntó para nuestro próximo paseo, que espero podamos realizar en los primeros días del mes naranja.
Tras la partida de Irene, Isaías y yo decidimos darle continuidad a nuestro proyecto, que era degustar unas deliciosas pupuas en el pupusódromo de Los Planes y recolectar material para escribir una nota conmemorativa al "día nacional de la pupusa", que se celebra por decreto legislativo el segundo domingo del mes de noviembre desde el año 2005. Días atrás, junto a Verónica redescubrí este lugar, el cual no visitaba desde mi niñez, y el cual honestamente esta totalmente cambiado desde aquellos días en los que las pupusas eran servidas al aire libre en una sinfonía de mesas con manteles distintivos, los cuales representaban a las diferentes pupuseras que ofrecían sus deliciosas pupusas a los visitantes.
En nuestros días, el pupusódromo ha cambiado radicalmente, hasta convertirse en un lugar aseado, ordenado y más agradable para el visitante. De nuestra visita anterior, en la que exploramos las diferentes pupuserías, Vero y yo nos decidimos por una pupusería que tenía en sus mesas un delicioso curtido, las pupusas en general tenían buen aspecto y sabor y la salsa de tomate también nos pareció muy buena. Además, acompañamos la comida con una humeante taza de chocolate, una bebida que ofrece un mágico acompañamiento para las susodichas pupusas. Así pues, volvimos a la misma pupusería, la Pupusería Coty, en la que volvimos a degustar las deliciosas pupusas de queso y de chicharrón, acompañadas de su salsa y curtido. Tras una suculenta comilona de pupusas, que nos dejó más que saciados, decidimos el retorno a San Salvador, con ganas de volver a este lugar y reescribir esta nota, la cual, personalmente no me gustó como quedó, pero en honor a los sucesos, a la amistad, y al orgullo del redactor estoy terminando. Prometo para una próxima oportunidad presentar otra nota más completa, con mejores fotografías y un poco más de lo de costumbre. Eso sí, dejo unas imágenes de nuestra querida pupusa, cortesía de la Pupusería Coty, desde el pupusódromo de Los Planes de Renderos.
Esta nota malograda, pero claro, escrita con mucho cariño; quiero dedicarla a la Familia Ortiz Gil, grandes amigos residentes en Los Planes, a Isaías por compartir conmigo este paseo, y por supuesto, a mi nueva amiga Irene, a quien invito a quedarse, pues su carisma y aroma a vagancia la convierte sin dudarlo en miembro de nuestro grupo de amigos amantes de la carretera, de la historia y del paisaje.
Básicamente las pupusas son tortillas de masa de maíz o arroz rellenas con queso, frijoles molidos, chicharrón. Suelen acompañarse de una salsa de tomate y curtido de repollo. Además en algunas pupuserías suele haber para los comelones cebollitas curtidas con chile jalapeño. En lo personal, prefiero las pupuserías que ofrecen esta variedad encurtida.
1 comentario:
Las pupusas de chicharron son un pedazo de cielo :D [baba].
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