viernes, 25 de julio de 2008

Santa Ana: Ciudad Morena y Heróica

Viernes 25 de Julio, 2008.-

Desde que esta Bitácora tiene vida, había querido dedicar una nota a esta hermosa ciudad, llena de hermosas fachadas, historia en cada esquina, con una de las más bellas catedrales de Centroamérica y claro, una de mis ciudades favoritas de este mi terruño, por sus incontables buenos momentos vividos en las bancas de sus parques o en las calles angostas de su casco urbano. Santa Ana, la Ciudad Morena, es la segunda ciudad en importancia de El Salvador, situada a 65 kilómetros al occidente de la capital, es una ciudad pujante, llena de vida, una ciudad obligada a visitar por todo aquel que disfruta de la arquitectura, la cual es herencia de aquellos tiempos en los que el café era conocido como el grano de oro, ya que Santa Ana como ciudad y como departamento, tiene muchas fincas cafetaleras y se producen varios de los mejores cafés del país, gracias en parte a las ricas tierras del Ilamatepec o Volcán de Santa Ana. De entrada, en el centro de la ciudad se ubica la hermosa Catedral Gótica construida a principios del siglo XX, en honor a Nuestra Señora Santa Ana, patrona de la ciudad, y abogada de las causas difíciles. Previo a la llegada de los Españoles, la actual urbe fue un asentamiento Maya-Pocomame. Luego fue tomado por Pipiles quienes llamaron en el Nahuatl de nuestros ancestros Sihuatehuacán, que quiere decir "Lugar de Mujeres Sacerdotisas" Al oriente de la ciudad se halla un turicentro con este mismo nombre y en esta zona se hallan algunos vestigios de la antigua urbe indígena.

La visita a la ciudad tiene como primera parada obligatoria la Catedral, la cual fue edificada entre los años 1906 y 1913, año en el que según los registros de la Diócesis de Santa Ana fue consagrada, pero que siguió en labores de construcción hasta 1959, año en que fue erguido el altar de mármol donde se ubica la imagen de Santa Ana. Esta hermosa joya fue declarada monumento nacional en 1995 y desde 1993 se encuentra en una fase total de restauración y conservación. Así mismo, sus vecinos el teatro y el edificio de la Alcaldía son también patrimonios nacionales por su belleza y valor histórico. Mi visita, la cual hice en medio de las fiestas patronales de la ciudad, rebosa alegre con ventas de comida, juguetes, dulces y recuerdos; gente que entra y sale de la iglesia, en una algarabía total.

Luego de visitar la iglesia, pasearme por el parque Libertad y comprarme una deliciosa minuta, dispuse mis pasos algunas cuadras al oriente de la iglesia, para visitar otro sitio de interés en la ciudad morena. A unas 8 cuadras de la catedral se halla el parque Anita, dedicado a la niña Anita Alvarado, una Cojutepecana que murió en un incendio al caerle una viga mientras trataba de rescatar a sus sobrinos. Por la valentía mostrada, el 25 de Julio, día de su muerte, la Honorable Asamblea Legislativa nominó esta fecha como día del alumno. De hecho, a lo largo y ancho del país, hay varias escuelas públicas que llevan su nombre. Este lugar es especial para mí, porque en mis años de vagancia en bus y en los años que trabajé en esta ciudad, me cruzaba por este lugar, ya que el Parque Anita es un punto de referencia de entrada a la ciudad, cuando tu viajas por la carretera panamericana o calle vieja, como le llaman al tramo entre Ciudad Arce y Santa Ana. He visto varias facetas de este punto de la ciudad, ahora un poco más ordenado, pero siempre con sus muchas banquitas para un obligado descanso a la sombra de sus almendros. Mientras descansaba, tres amables señores me comentaron la historia de Anita Alvarado, pues no tenía muy clara la historia detrás de la mujer que le dio nombre a este lugar. A unos metros al norte del parque, hay una estructura muy curiosa, la cual nadie me ha podido explicar por qué está allí. Es un cañón olvidado por todos, un cañón sin placa ni emblema, pero que desde que tengo memoria ha estado allí apuntando al cielo desde tiempos inmemorables. Si algún lector sabe algo de este monumento olvidado por los Santanecos, que por favor me escriba para enriquecer el conocimiento colectivo.

En mi ruta por los lugares que me gustan más de esta ciudad y que muchos no conocen, encaminé mis pasos unas cuadras al oriente del Cañon hasta el hospital San Juan de Dios, cuya fachada norte es parte del patrimonio de la ciudad ya que este edificio fue construido a principios del siglo XX, en la misma época de la catedral. Frente a esta lustrosa fachada se encuentra el monumento a la madre, el cual ha sido embellecido con una fuente. Para los días en que yo recorría a pie esta ciudad por cuestiones de trabajo, la fachada del hospital y el parquecito donde se ubica el monumento a la madre se hallaban en deplorables condiciones, creo que viene a bien aplaudir la gestión del Ingeniero Mena por sus esfuerzos por embellecer la ciudad, pues en los últimos 3 años le ha dado una nueva carita a esta ciudad y yo que me he dado incontables vueltas por esta urbe, me asombro y me alegro por los cambios hechos por su gestión. Más tarde, me crucé toda la séptima calle de la ciudad de oriente a poniente, para visitar otros tres sitios de interés en esta ciudad. Al poniente de la ciudad, se ubican las iglesias de Santa Lucía, una sobria iglesia dedicada a la patrona de Siracusa. Además, visité la iglesia del Calvario, que se encuentra en fase de reconstrucción luego que se desplomara con el terremoto de enero de 2001.

A unas cuadras al sur de estas dos construcciones se encuentra el Parque Colón, en cuyo costado sur, se ubican las ruinas de la Escuela de artes y oficios José Mariano Méndez, que en los tiempos de su edificación fue el inmueble que albergaba a la escuela normal de Santa Ana. Este lugar, donde se forjaban los profesores de aquellos días, ahora en ruinas, se halla en una fase de recuperación y su posible reconstrucción. Una de las edificaciones más bellas de la ciudad vieja de una exquisita arquitectura que la hace única en esta ciudad. Tras admirar con detalle esta hermosa construcción, emprendí mi regreso a la capital, disfrutando de un viaje sin complicaciones por la calle vieja, La Panamericana, la cual sortea bosques, maizales y frijolares cruzándose con las ciudades de Coatepeque, El Congo y Ciudad Arce. Un viaje que aconsejo deleitar en vehículo o en bus, es una experiencia sin igual, más en estos días de julio en que el maizal está floreciendo y puede disfrutarse este singular paisaje. Dejo este link con una galería de todas las imágenes de este viaje en mi álbum de Picasa.

Santa Ana tiene muchas más bellezas, rincones con secretos, callejones con historias y mucho que ofrecer al visitante. Insto al que gusta vivir el asfalto y saborear la historia y la cultura de prima vista, a aventurarse a explorar esta singular urbe, que tiene mucho que ofrecer al visitante. Quiero dedicar esta nota a mi cuñado Ed quien es oriundo de esta ciudad y a su madre quien se encuentra malita de salud. Nuestros mejores deseos en su recuperación.


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