jueves, 30 de octubre de 2008

Buenas noticias para los conductores!

Jueves 30 de Octubre, 2008.-

Desde hace varias semanas me había aguantado las ganas de escribir el reporte de los precios de las gasolinas en El Salvador, quizá porque no creía mucho en la tendencia que venimos observando en los precios de los combustibles limpios y el pertóleo crudo. Desde hace unas 4 semanas, se vienen experimentando bajas significativas en los precios de las gasolinas, a tal grado que esta semana se pueden observar en algunas gasolineras precios muy razonables, tal como el que encontré hoy en mi camino a casa y que pueden observar en la imagen.

Esta semana, los precios de referencia para los combustibles que fueron ofertados por el Ministerio de Economía son: Para la gasolina regular, $3.09; para la premium $3.31 y para el Diesel, $3.35 Dólares por galón servido en la zona central del país. Pero para mi sorpresa, hoy que transitaba hacia mi casa sobre la 25a avenida sur, me encontré la gasolina súper a $3.25 en la Texaco Gerardo Barrios, una de las gasolineras que dejé de visitar debido a que dejó de ser una de las más baratas de la ciudad. Ni lento ni perezoso, dispuse darle su ración semanal al Chuchomóvil, el cual se llenó hasta la saciedad por primera vez, luego de muchas semanas de no hacerlo; obviamente por los precios altos en las gasolinas. Hoy, pude llenar completamente el tanque de mi compañero, a precios similares a los de Setiembre de 2007, días en los que con 28 Dólares llenaba el tanque de mi querido Bólido Canino, y tenía gasolina para varios días.

Según leía anoche en el periódico, mientras nuestro Presidente evocaba al Ché Guevara en su discurso inaugural de la XVIII
Cumbre Iberoaméricana de Presidentes y Jefes de Estado; que la tendencia en los precios de los combustibles será a la baja, en gran parte, por la baja demanda que están teniendo países como China, uno de los más voraces consumidores de Hidrocarburos en el mundo y que en gran parte ayudó al disparo de los precios este año; y también debido a la sobrecarga de inventarios de crudo que tienen los países productores. Momentáneamente esto es un alivio para aquellos que semanalmente visitamos las estaciones de servicio, pero personalmente dudo que los precios continúen con este ritmo por mucho tiempo, en el que ya se predice que las gasolinas podrían llegar a los 2 Dólares por galón, por el mismo efecto desacelerador que estamos experimentando.

Volviendo al tema de los precios de referencia, he notado que un alto porcentaje de estaciones mantienen los precios sugeridos por el Ministerio de Economía, con mínimas variaciones a la alza en algunas estaciones, como la Texaco Modelo. Y retomo el tema, porque casi olvido incluir en mi comentario, que el día de ayer que pasé también por la Gerardo Barrios, las gasolinas tenían los precios sugeridos, y hoy estaban algunos centavos más baratas. Mientras cargaba el combustible, le consulté al chico dispensador la razón de los cambios, y con una sonrisa respondió "son instrucciones de la gerencia" Quizá se mosqueó al ver que tenía mi cámara en la mano mientras hacía la pregunta. Pero que suerte la mía, pues si hubiera cargado ayer, hubiera cargado menos gasolina que hoy. En sí, me ahorré 0.07 centavos por galón y eso son 63 centavos que me ahorré. Espero la semana que viene se mantenga el precio, pues tenemos preparado un nuevo viaje y que alegría salir a vagabundear con estos precios en los derivados del petróleo.

Otra gasolinera que también tiene precios muy bajos esta semana es la Horse Power ubicada sobre la Avenida Bernal, en la zona del Hospital Militar. Aquí los precios andan rondando los 3.22 por galón de premium y 3.28 en Diesel. Así pues, sigamos a la caza de buenos precios, pues aunque están a la baja estos días, siempre hay una estación que los tiene más cómoda que la mayoría.


Aqui les dejo parte del reporte semanal vigente hasta el día 3 de Noviembre.
(CTRL+Clic para verla en una nueva ventana)

sábado, 25 de octubre de 2008

Un paseo frustrado por la lluvia

Sábado 25 de Octubre, 2008.-

Creo que a todo redactor, fotógrafo y columnista le ha pasado que luego de planificar con detalle y esmero una nota, esta no puede llevarse a buen fin por factores adversos, dichosos imprevistos que suelen aparecer cuando uno menos los necesita, pero que le dan sabor a la redacción y a la nota misma. Eso me pasó esta tarde, ya que desde hace varias semanas venía con la sana intención de dedicar una nota a un lugarcillo que redescubrí hace poco y que me dio un buen material para compartirlo con los lectores asíduos de mi Bitácora y también compartir con el mundo un lugar más de mi terruño y sobre las delicias culinarias típicas que eran el centro de dicha nota.

Hoy, luego de la planificación de costumbre, mi querido Isa y yo nos decidimos a visitar el Parque Balboa, un lugar de recreación familiar, ubicado a 15 minutos al sur de San Salvador, un lugar apto para caminar, respirar aire fresco, compartir con familia y amigos; y claro, para degustar nuestro platillo típico por excelencia, las pupusas. Mi nota originalmente trataría sobre el pupusódromo del Parque Balboa, pero la lluvia que nos cayó esta tarde mermó el ambiente para las fotos, pero igual, traigo gratos momentos para compartir y un par de imágenes de este viaje, que no salió como esperaba, pero que me dejó una nueva amistad y una grata experiencia.

A media tarde, me reuní con mi amigo Isa, para movilizarnos a bordo del mimado Bólido Canino, buscando la ruta que nos llevara hacia Los Planes de Renderos, punto geográfico que es compartido por los municipios de San Salvador, San Marcos y Panchimalco, ya que todos reclaman la soberanía de dicho cantón, pero según mi gran amigo Nelson, habitante de este lugar; cuando es necesario, ninguno de los tres municipios que se disputan estas tierras hace algo por los habitantes. Los Planes, tiene a bien varios sitios de interés para el visitante local y el foráneo: El Parque Balboa, con su bosque, juegos para niños, clima envidiable y lugares para departir; el parque de la familia, un parque familiar, construido hace un par de años, y que colinda con el Balboa, y La Puerta del Diablo, que no es otra cosa más que un sistema de elevaciones rocosas, ubicadas a 1 kilómetro al sur del casco urbano de Los Planes, lugar ideal para realizar una caminata de montaña y disfrutar del atardecer en la cima de las colinas, parte del sistema del Cerro El Chulo, desde cuyas cimas puede apreciarse la franja litoral del Pacífico, el Lago de Ilopango y parte de la ciudad capital y el Volcán de San Salvador, así como el hermoso Chinchontepeq, o volcán de San Vicente.

Al llegar al Obelisco del Parque Balboa, cuyo nombre viene a honrar al conquistador y explorador Español Vasco Nuñez de Balboa, a quien se le atribuye el descubrimiento del mar del sur, ahora conocido como Océano Pacífico, y a ser el primer Europeo en fundar la primera ciudad permanente en la América Continental, Santa María la Antigua del Darién, en la ahora pujante república de Panamá. En este punto nos estacionamos por dos grandes razones: una, degustar algunas delicias del maíz que son ofrecidas a la orilla de la calle. Aquí el visitante puede degustar un delicioso atol de elote, riguas con queso, elotes tiernos asados, tortas de elote y otras delicias típicas del maíz, platillo base de nuestras tierras Mesoamericanas. Además, en este lugar nos reuniríamos con mi amiga Irene, a quien doy la bienvenida no oficial, y espero podamos compartir ese gusto por la aventura, la exploración y la carretera. Tras el arribo de nuestra amiga, ingresamos al parque, el cual de día cobra una tarifa muy cómoda por el ingreso. Al caer la noche, la pluma que impide el acceso libre es levantada para que la gente pueda ingresar al pupusódromo sin restricciones. Estacionamos al Chucho y el vehículo de mi amiga, para darnos una caminata por el parque, y compartir experiencias. A nuestro arribo al parque, la tarde se pintaba como una típica del ya próximo Noviembre, con cielos anaranjados, clima templado y sin ningún indicio de lluvia. Mientras estirábamos las patas en el parque, de súbito, un chubasco se dejó caer haciéndonos correr en busca de un lugar donde guarecernos, ya que la lluvia en lugar de mermar, decidió caer muy fuerte, dejándonos sin más opción que esperar el escampe en un chalet donde logramos mantenernos secos y seguros. Mientras la lluvia hacía de las suyas, mi amiga y yo nos dedicamos a la conversa, a relatar cada quien las actualidades de su vida y sobre las aventuras y desventuras vividas. Al escampar la lluvia, volvimos al sitio donde estacionamos los vehículos, y mi amiga se despidió pues tenía otros asuntos que atender, pero desde ya se apuntó para nuestro próximo paseo, que espero podamos realizar en los primeros días del mes naranja.

Tras la partida de Irene, Isaías y yo decidimos darle continuidad a nuestro proyecto, que era degustar unas deliciosas pupuas en el pupusódromo de Los Planes y recolectar material para escribir una nota conmemorativa al "día nacional de la pupusa", que se celebra por decreto legislativo el segundo domingo del mes de noviembre desde el año 2005. Días atrás, junto a Verónica redescubrí este lugar, el cual no visitaba desde mi niñez, y el cual honestamente esta totalmente cambiado desde aquellos días en los que las pupusas eran servidas al aire libre en una sinfonía de mesas con manteles distintivos, los cuales representaban a las diferentes pupuseras que ofrecían sus deliciosas pupusas a los visitantes.

En nuestros días, el pupusódromo ha cambiado radicalmente, hasta convertirse en un lugar aseado, ordenado y más agradable para el visitante. De nuestra visita anterior, en la que exploramos las diferentes pupuserías, Vero y yo nos decidimos por una pupusería que tenía en sus mesas un delicioso curtido, las pupusas en general tenían buen aspecto y sabor y la salsa de tomate también nos pareció muy buena. Además, acompañamos la comida con una humeante taza de chocolate, una bebida que ofrece un mágico acompañamiento para las susodichas pupusas. Así pues, volvimos a la misma pupusería, la Pupusería Coty, en la que volvimos a degustar las deliciosas pupusas de queso y de chicharrón, acompañadas de su salsa y curtido. Tras una suculenta comilona de pupusas, que nos dejó más que saciados, decidimos el retorno a San Salvador, con ganas de volver a este lugar y reescribir esta nota, la cual, personalmente no me gustó como quedó, pero en honor a los sucesos, a la amistad, y al orgullo del redactor estoy terminando. Prometo para una próxima oportunidad presentar otra nota más completa, con mejores fotografías y un poco más de lo de costumbre. Eso sí, dejo unas imágenes de nuestra querida pupusa, cortesía de la Pupusería Coty, desde el pupusódromo de Los Planes de Renderos.

Esta nota malograda, pero claro, escrita con mucho cariño; quiero dedicarla a la Familia Ortiz Gil, grandes amigos residentes en Los Planes, a Isaías por compartir conmigo este paseo, y por supuesto, a mi nueva amiga Irene, a quien invito a quedarse, pues su carisma y aroma a vagancia la convierte sin dudarlo en miembro de nuestro grupo de amigos amantes de la carretera, de la historia y del paisaje.

Básicamente las pupusas son tortillas de masa de maíz o arroz rellenas con queso, frijoles molidos, chicharrón. Suelen acompañarse de una salsa de tomate y curtido de repollo. Además en algunas pupuserías suele haber para los comelones cebollitas curtidas con chile jalapeño. En lo personal, prefiero las pupuserías que ofrecen esta variedad encurtida.
De un sabor único, las pupusas son el platillo Guanaco por excelencia y tradición. En esta foto pueden observarse varias pupusas de masa de maíz rellenas de queso. ¡Toda una delicia!
Aunque es un poco dañino por sus contenidos grasos, las pupusas de Chicharrón son una delicia sin comparación. De hecho, son mis favoritas, más aún cuando la tortilla queda tostada gracias a la grasa que suelta el chicharrón y quema la tortilla.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Un nuevo paseo en Grúa

Miércoles 22 de Octubre, 2008.-

Hace algunas semanas, el Chuchomóvil fue confinado al garaje del taller para que su amigo el Colocho le hiciera algunas revisiones necesarias y obligatorias, como el chequeo anual del embrague, un afinado menor y una revisión de rutina del sistema de frenos. Todos estos ajustes y mantenimientos son parte vital para el buen funcionamiento del vehículo y claro, para mantener óptimos los niveles de seguridad del mismo. Todo venía de maravilla con mi carrito, el cual me había venido consumiendo menos gasolina luego de esta batería de servicios. Todo bien hasta ayer en la tarde que el carrito hizo algo inédito en el tiempo que hemos venido recorriendo juntos el asfalto y que me dejó pasmado.

Tras dejar a mis amigos Alex e Isaías en Plaza Mundo, regresé a mi casa haciendo una parada en el pinchazo que está en la entrada de la colonia donde vivo, pues antes de emprender la marcha desde la oficina hasta mi residencia, revisé las llantas y observé un hermoso clavo de charra ancha que se había incrustado en la llanta delantera izquierda. Por mi experiencia con estos clavos iracundos y las llantas Good Year que tiene mi Chucho como zapatos, sé que aguantan un pinchazo por varios kilómetros sin perder el aire, por lo que decidí traer al carrito hasta Soyapango para que le repararsen el agujero con un tarugo de hule.

Luego que el chico del pinchazo revisara la llanta, dispuse emprender la marcha para llegar a mi casa y guardar al Chuchomóvil en su garaje con sombra, pero el muy infame no quiso arrancar. Yo estoy consiente que debo reemplazar la batería del carrito, pero me decía mientras el muy vayunco se negaba a arrancar - Bueno, si ha venido trabajando tranquilo desde la ofi y ahora que estamos a pasos de casa se niega a arrancar! Por los síntomas que mostraba el carro, daba a entender que era un problema relacionado con el motor de arranque o de la batería, pero jamás imaginé que fuera un problema más grave, el cual me hizo volver a prescindir de los servicios de la grúa de ACES y que el Colocho le volviera a meter mano para repararlo.

Como el Chucho se negó a arrancar, opté por molestar a mi querida amiga Verónica, quien nos terminó halando con su Camioncito, de hecho estoy inmensamente agradecido con ella, pues yo sé que dejó de hacer quien sabe cuantas cosas sólo por venir a halar a mi necio Bólido Canino, el cual arrancó en la pendiente que lleva del acceso a la colonia hasta nuestros domicilios.

Con el vehículo en marcha, logré estacionarlo, lo dejé prendido por unos minutos, para luego hacer algunas pruebas de arranque y el carrito encendió sin problemas. Hice una revisión de contactos, limpié y ajusté los terminales de la batería, limpié el sistema de fusibles - por aquello de las dudas - y volví a probar y el ingrato Chuchomóvil encendió sin problemas. Lo dejé así y dispuse el descanso para el siguiente día.

Hoy por la mañana desperté más temprano para revisar que el carrito encendiera y si optaba por seguir de caprichoso, dejarlo en el garaje y llevarlo el fin de semana al taller, pero este arrancó sin problemas... salimos de casa, y nos incorporamos a la trabazón del Bulevar del Ejército rumbo a la oficina. Todo normal, hasta que llegamos al Reloj de Flores, cuando de súbito se escuchó un ruido al lado derecho del motor, un ruido similar al que hace una llanta cuando se despega el caucho de rodaje. - Hay mi Dios! una faja se reventó, fue lo primero que me dije, pero el carrito siguió con relativa normalidad, por lo que opté seguir adelante para no quedar en calidad de estorbo en la calle más transitada a las 7 AM en San Salvador. Cuando mi ruta alcanzó la zona de Puerto Bus, Sobre la Juan Pablo, el Chucho me sorprendió cuando encendió el piloto de freno y Batería, dándome a entender que se hallaba corriendo gracias a la carga neta de la batería y que el alternador había dejado de funcionar. Dispuse acelerar el paso, mientras el carro se calentaba, y logré llegar al parqueo de mi trabajo con los últimos amprerios que la batería logró surtir al sistema eléctrico del carrito.

Con el motor caliente, y luego de enfriarlo un poco con agua sobre el radiador, lo apagué y dispuse revisarlo con más detalle para determinar la falla que casi me deja tirado en el tráfico de la mañana. Con sólo abrir el capó, fue obvia la falla: Una de las fajas, la que hace que el alternador gire, se había reventado y las otras dos fajas, la de la transmisión y la del aire, estaban por hacerlo; cosa muy rara, pues recientemente le habían sido reemplazadas por el Colocho. Sin tanta vuelta, llamé a mi apreciada Doña Marina, para que me hiciera el favor de recibir a mi adorado Chucho, pues se lo enviaría montado en una grúa para que me lo reparara. En efecto, una hora más tarde, mi Bólido Canino se hallaba nuevamente sobre el lomo de un camión grúa, el cual lo llevó con bien hasta el taller, donde fue revisado y reparado con el tradicional profesionalismo de mis amigos del Taller El Moreno, donde mi carrito es llevado a sus controles y a curaciones como la de hoy, en la que el mecánico determinó que la rotura de la faja se debió al daño sufrido por la polea que fija la faja. Gracias a Dios, el problema no fue tan grave, porque al final del día me estaba reencontrando con mi querido Chuchomóvil, el cual me pegó un nuevo susto, esta vez no tan grave como el de la otra vez que nos vimos en la necesidad de montarnos en una grúa para llegar a casa.

Quiero felicitar a los chicos del taller por su eficiencia, a Don Walter, quien condujo la grúa de ACES, por llevar con bien a mi querido Bólido y claro, a mi querida amiga Verónica por el detalle de remolcarme con su Camioncito.


domingo, 5 de octubre de 2008

Al Encuentro de mi Madre en Tapachula (Parte II)

Domingo 5 de Octubre, 2008.-

Tras un sueño digamos reparador, nos amaneció un delicioso domingo en la ciudad de Tapachula. Mientras mi hermana se había ido a la terminal a buscar a mi madre, dispuse ducharme y luego salir a la terraza del hotel para observar las cordilleras de la Sierra Madre y oler el amanecer de una ciudad que era nueva para mí. Llegó mi madre junto a mi hermana, y luego de recibir a mi madre y saber de sus aventuras de viaje,ordenarmos nuestras maletas y dejamos el hotel para volver a la carretera rumbo a El Salvador. Antes de dejar Tapachula, necesitábamos recargar baterías, por lo que nos orientamos a una tienda de conveniencia para buscar algo que comer, pero sólo logramos hallar un café recién colado, el cual por lo menos llenó mis expectativas cafeteras. Tras una parada obligatoria en un supermercado en las afueras de la ciudad, donde compramos un delicioso pan baguette, jamón, queso y otras cosas para comer, dispusimos desayunar sentados en el parqueo del mismo súper, para luego tomar la carretera buscando como primera parada el punto fronterizo de Talismán. Dado que anoche cuando cruzamos la frontera veníamos exhaustos por el viaje, no nos detuvimos mucho tiempo para observar los alrededores, y claro, la oscuridad de la noche tampoco ayudaba mucho. Pero hoy, luego de realizar el sellado de pasaportes en la aduana Mexicana, nos tomamos un par de minutos para observar los alrededores, y tomarnos unas fotos para el recuerdo. Guatemala y México se dividen naturalmente en este punto por el Río Suchiate, el cual nace en las colinas del Hermoso Volcán Tacaná, del lado Guatemalteco. Este Volcán que también marca la frontera - y no sólo geopolítica - entre Guatemala y México, es el último miembro del sistema Volcánico Centroamericano y junto al Suchiate son mudos testigos del tránsito de miles de indocumentados Centroamericanos y de otras nacionalidades que usan esta ruta para llegar a Estados Unidos. Tras cruzar el puente que une a estas dos naciones, hicimos el papeleo de ingreso al sistema CA-4, el cual permite circular libremente a través de Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua. Tras dejar la aduana de El Carmen, emprendimos el viaje nuevamente, conmigo al volante. Nos hizo un buen clima y una buena carretera. A eso del mediodía, tras dos horas de viaje, nos detuvimos otra vez en Mazatenango para cargar otra vez el tanque de La Chucha, descanzar unos minutos y hacer el relevo de piloto. Mi hermana condujo el tramo peligroso entre Mazatenango y Escuintla, esta vez con mucha lluvia, la cual vuelve doblemente peligrosa esta vía, tanto por las obras de construcción, el mal estado de la calle y por los abusos que los choferes Chapines comenten aún sabiendo lo peligrosa que es esta vía. En mis muchos viajes en autobús a Guatemala y las veces que he viajado con mi querida Marta Cuevas, había visto y vivido esto del lado del pasajero, pero esta vez, al vivirlo del lado del volante, me convenzo más que el estándar de chofer Guatemalteco es bastante osado; aún más que el Salvadoreño, que en general no se queda atrás en este rubro.

Tras recorrer otras dos horas, llegamos a la ciudad de Escuintla, en cuyas afueras hicimos otra parada en una pequeña fonda, donde aprovechamos para realizar otro relevo de chofer, descanzar unos minutos e ir al baño, para continuar nuestro último tramo de viaje en tierras Chapinas, recorriendo la Litoral cruzando por los hermosos cañales, infinidad de puentes con ríos caudalosos y una carretera más tranquila que me dio una conducción más relajada. A media tarde,, luego de dos horas de manejo, llegamos al puesto fronterizo Pedro de Alvarado, y tras hacer los tramites en la aduana Guatemalteca, cruzamos sobre el río Paz para ingresar nuevamente a tierras Guanacas, en La Hachadura. Tras una breve inspección por parte del personal de Aduanas, emprendimos de nuevo el viaje recorriendo los últimos 125 kilómetros de carretera, cruzando por las ciudades de Cara Sucia, San Francisco Menéndez, Sonsonate y Armenia; un tramo un poco complicado por la fuerte lluvia que nos acompañó en buena parte del camino. Tras hacer un último relevo, por parte de mi Cuñado, quien nos esperaba en las cercanías del Sitio del Niño, concluimos nuestro viaje con bien, llegando todos sanos, un poco cansados por el trajín, pero felices de haber vivido esta experiencia y por haber traído de vuelta a mi madre luego de su aventura en tierras Aztecas.

En resumen, esta aventura en carretera fue un abanico de experiencias, ya que tuve la oportunidad de saborear la carretera fuera de mi tierra, conocer nuevos lugares, disfrutar de nuevos paisajes, compartir tiempo con mi hermana y estrechar un poco más ese vínculo compartido por la aventura, la carretera y el descubrimiento.

Esta nota quiero dedicarla a mi hermana La Pastora y a mi madre por compartir conmigo esta experiencia; a mi Hermana Marta y su esposo El mero Mike, por el reciente nacimiento de su hija, a mi Cuñado - Control Tierra - por haber estado pendiente de nosotros durante el viaje. También quiero agradecer a mi jefe por las facilidades que me dio para realizar esta travesía y por los datos técnicos que me proveyó también . Así también, a mis tíos y parientes en Guatemala por estar al pendiente de nuestra aventura. Hago también una mención honorífica a mis tías Ana y Cristina en Canadá por su apoyo en la lontananza.



sábado, 4 de octubre de 2008

Al Encuentro de mi Madre en Tapachula (Parte I)

Sábado 4 de Octubre, 2008.-

Desde hacía varios días, mi hermana y yo veníamos organizando una travesía grande, una que jamás habíamos vivido en nuestras vidas como conductores, una aventura que ofrecía muchas nuevas experiencias, infinidad de paisajes, diferentes tipos de carretera, así como mucha pericia al volante para conducirla; en fin, un viaje extenuante pero excitante... un viaje que realizamos por la simple gana de vivir la aventura de viajar, conocer, compartir tiempo y claro, llegar sanos a destino para reunirnos con nuestra madre y traerla con bien a casa. Este fin de semana, tiramos la casa por la ventana para vivir el asfalto en un viaje que comenzó en la ciudad de Soyapango, en mi querido El Salvador, y finalizó en la pujante Tapachula, ciudad del sur de México en el hermoso estado de Chiapas.

Esta aventura inicia con los preparativos de ley, la planificación, el estudio de las rutas, y la obtención de mi parte de un permiso para ingresar al territorio Mexicano. Durante la semana, nos encargamos de todos estos detalles, consultando y revisando la ruta gracias al efectivo soporte de Google Earth, la revolucionaria herramienta que vino a hacer más chiquito a nuestro amado planeta. También mi hermana obtuvo un mapa de carreteras en la Embajada de Guatemala, y yo me hice presente en el Consulado de México para solicitar un permiso para ingresar en este país. Durante los días previos al viaje, mi hermana llevó a su mimada camioneta Lancer, La Chucha, como la llamo yo, para que estuviera en óptimas condiciones para el viaje de ocho horas y 550 kilómetros que separan a Soyapango con Tapachula. En el caso del Chuchomóvil, optamos por dejarlo en el taller ya que mi carrito en este momento no se hallaba en un estado como el exigido por esta aventura. Así que mi carrito se quedó celoso y molesto en el taller mientras su hermana La Chucha se ganaba los créditos de esta aventura y permitirme por primera vez, conducir fuera de mi querida patria.

Nuestro viaje comenzó a media mañana del sábado, en el momento que pusimos a cero el contador de kilómetros de La Chucha y emprendimos el viaje, saliendo de Soyapango, cruzando San Salvador por la Venezuela y Santa Tecla por el Bulevar Sur. Minutos luego nos hallabamos recorriendo la autopista que conecta la capital con la ciudad de Sonsonate y tras una hora de viaje, cruzamos el río Paz, frontera natural entre El Salvador y Guatemala. Tras hacer los trámites de aduana en la frontera La Hachadura, continuamos nuestro viaje ya en tierras Chapinas, recorriendo la Carretera del Litoral, la CA2 de Guatemala. Este tramo de la carretera está en perfecto estado, y aunque hay mucho tráfico de vehículos pesados, es muy placentera para el viajante, con inmensos cañales a la orilla de la calzada, muchos puentes y ríos, infinidad de aldeas y pueblos y muchos paisajes para deleitarse. Tras dos horas de conducción, mi hermana me cedió el volante para continuar el viaje hasta nuestra primera parada obligatoria: La Ruidosa ciudad de Escuintla, cabecera del departamento del mismo nombre. En esta ciudad nos detuvimos a almorzar, en un Pollo Campero, para luego continuar nuestro viaje por la CA2 Chapina hasta la ciudad de Mazatenango, donde devolví el volante a mi hermana luego de parar en una gasolinera en las afueras de la ciudad, donde cargamos el tanque de combustible de la Chucha, compramos algunas chucherías para nosotros y estiramos las piernas por unos minutos. Para el viajante sediento de carretera, comento que el tramo entre Escuintla y Mazate, como cariñosamente llaman los Guatemaltecos a esta hermosa ciudad, está en proceso de ampliación, por lo que sugiero conducir con prudencia ya que hay muchos tramos en pésimo estado, además de los peligros que ofrece la calzada en mención por los tramos que se están construyendo, la maquinaria que transita por la vía y la mala señalización que hay en la misma.

Nuestra travesía siguió por la CA2 Chapina, cada vez más alejándonos de la costa, rumbo al encuentro con la Panamericana, cruzándonos con lugares emblemáticos del sur Guatemalteco como Retalhuleu, Cuyotenango y la tímida ciudad de Pajapita. A medida que la ruta nos acercaba cada vez más al punto fronterizo entre Guatemala y México, nos acercaba también cada vez más a la Sierra Madre, cuyas elevaciones nos dieron un tramo con lluvia y mejores climas. Tras dejar atrás Pajapita, el imponente Tajumulco, que ostenta con orgullo el título de ser el volcán más alto de Centroamérica se dejaba ver a través del manto que las nubes del altiplano habían colocado a su alrededor. En este punto del viaje, el sol había hecho su diaria despedida ya, por lo que la carretera se volvió un poco más complicada, debido a lo remoto de la zona, las innumerables aldeas que hay en los últimos 50 kilómetros de carretera Chapina y a la mala señalización de la vía. Como apunte de viaje comento que el tramo entre Tecún Umán y El Carmen tiene muy buena asfaltada, pero debe conducirse con mucha prudencia, debido a que en cada una de las muchas aldeas a lo largo de este tramo, hay muchos túmulos, muchos de ellos sin señalización. Dejamos la CA2 en la desviación que conduce hacia la Ciudad Tecún Umán, puesto fronterizo con México, seguimos avanzando con rumbo norte, dejando atrás la ciudad de Malacatán, último poblado grande en nuestro recorrido que nos conduciría minutos luego, y tras un leve susto en un puente sin señalización, hasta el puesto fonterizo de El Carmen, más conocido como Talismán, como le llaman del lado Mexicano. Tras 7 horas de viaje, arribamos a la frontera, donde Centroamérica es dividida con México por medio del Río Suchiate. En este punto hicimos migración, furmigaron a la Chucha para poder transitar en México, y unos 20 minutos más tarde de finalizar nuestros trámites, estábamos ya entrando a la ciudad de Tapachula, la cual dista del punto fronterizo Talismán unos 20 kilómetros. Debido a la poca información que teníamos sobre esta ciudad, dimos un par de vueltas por la ciudad buscando primero el lugar donde nos encontraríamos con mi madre, quien a esta hora de la noche ya se hallaba viajando en autobús desde Cárdenas. Ella haría un viaje de 11 horas hasta Tapachula, luego de pasar unos días con mi hermana Marta, quien recientemente dió a luz a su primera hija. Luego que nos orientaran en una gasolinera, encontramos la Terminal de Omnibuses Cristobal Colón. Buscamos un lugar donde pasar la noche, y tras una cena que incluyó una orden de tacos malogrados y dos cervezas, dispusimos mejor tendernos a descansar, pues nos esperaba un largo viaje de regreso a casa.

Invito a continuar la lectura en la segunda parte de esta aventura sin rival, en nuestro viaje de regreso a casa.