Domingo 29 de Junio, 2008.-
Para el visitante de la ciudad de Suchitoto, el rótulo de la fotografía indica el obvio tercer punto de interés en este viaje, el cual en gran parte es un agasajo para mi amiga Verónica por su reciente cumpleaños, para otros, como Aleida, es un motivo para soltar el estrés que su agitado trabajo le regala día a día. Para mí, en gran parte es un viaje inédito, un viaje lleno de sitios nuevos, de colores, paisajes y aromas deliciosos y un reto más para mi adorado Chuchíto. En efecto, nuestra tercera parada del recorrido corresponde al lago Suchitlán; aquí, una de las fantasías más necias de mi vida como conductor se haría realidad si el clima y los horarios lo permitían. De hecho, en cuanto a horarios, no andabamos tan mal pues con todo y retrasos, habíamos hecho muchas cosas en el tiempo que nuestro viaje llevaba recorrido. Desde que conozco Suchitoto y más aún, desde que soy conductor aventurero, he deseado subirme con mi carrito al ferry que cruza el lago, partiendo desde Puerto San Juan del lado de Suchitoto, hasta la orilla contraria arribando a San Francisco Lempa, en tierra Chalateca, de donde orgullosamente Verónica es oriunda. Descendimos pues hasta llegar al Puerto San Juan, donde nos averiguamos todo sobre el Ferry La Luna, dónde tomarlo y las tarifas para vehículos y personas, dimos un breve paseo en el lugar, que como ya he comentado en anteriores posts, es un lugar de esparcimiento familiar, con piscinas, restaurantes, ventas de artesanías y vistas únicas del lago y las montañas de Chalatenango. Minutos luego, llegamos al embarcadero, y para nuestra suerte, el ferry estaba próximo al mismo, por lo que no esperamos mucho tiempo. Por motivos de seguridad, pedí a mis acompañantes bajar del Chucho mientras me colocaba en posición y subía a mi adorado Cánido Metálico al ferry. Confieso que maniobrar para ingresar al ferry fue una tarea que me puso los nervios de punta, a parte de la nueva experiencia, el ingresar de reversa, por una rampa digamos improvisada con un tumulto de gente gritándome que moviera el carro hacia un lado o hacia el otro, terminó con agotarme. Luego de posicionarme y dejar quieto al Chucho con freno de mano y demás, el personal de a bordo del ferry lo aseguró con unos trozos de madera "para que no se moviera" Subieron un vehículo más y también una veintena de motos de un grupo de locos con ideas similares a las nuestras, de salir a quemar gasolina con el pretexto de conocer y vivir las bellezas de nuestra tierra de primera mano. Luego de asegurar los vehículos, se alzó la rampa del navío para luego comenzar el viaje sobre las aguas de Suchitlán. A pesar del estrés de la rampa, la recompensa es única, ya que el viaje fue tranquilo, motivador y lleno de elogios de parte de mis compañeros de viaje. Aleida, Verónica e Isaías disfrutaron el viaje, el cual para todos era una novedad, yo feliz de haber cumplido mi sueño, Verónica superando sus temores, Aleida, disfrutando con soltura total el paseo e Isaías, meditando sobre su futuro y su enamorada. Durante el viaje, nos tomamos un momento para relajarnos, disfrutar del paisaje, de la experiencia y claro, sacarnos muchas fotografías para el recuerdo y para los nietos. Por cierto, pueden echar un vistazo a todas las fotos de este viaje en Picasa. Mientras el navío se desliza sobre las aguas, Nos cobraron la tarifa, la cual es de 1 Dólar por persona y 8 por un vehículo como el mío. Tuve la oportunidad de conversar con uno de los auxiliares del Capitán, quien me explicó que el ferry es capaz de transportar hasta 5 vehículos tipo sedán, y se jactó que es un navío muy seguro, el cual ha transportado de todo, desde gente hasta camiones de 2.5 toneladas. Aleida, quien a mi juicio fue quien más disfrutó del viaje, me comentó su fascinación por la experiencia, me confesó su agradecimiento por añadirla al grupo selecto de amigos del Chuchomóvil y claro, me pidió incluirla en próximas aventuras. Tras 20 minutos de recorrido a través de Suchitlán, llegamos a la orilla Chalateca del lago, donde luego que el ferry atracara, descendimos más que felices de haber vivido y compartido esta experiencia fuera de serie. Luego de subir la rampa de tierra, estacioné al carrito y me tomé un momento para observar el paisaje del lago, el cual para mí tanto para mis acompañantes era una novedad. Sinceramente, de todos mis viajes con o sin el Chucho, este se está perfilando como el más intenso, el más variado, el más organizado y el que me ha producido un nivel de satisfacción enorme. Ya en tierra Chalateca, volvimos a tomar camino, buscando con la ayuda del mapa de a bordo la ruta correcta para nuestro siguiente punto de interés, el cual narraré en la culminación de este excelente viaje en un post extra, el cual no estaba planeado, pero que igual invito a leer en la cuarta parte de este Viaje Renovador.
1 comentario:
Pashtor, no te dio meyo meter al ferry el cachorrito; ahora caígo en cuenta el riesgo que era meterse con el carrito al lago, jajajaja, Apertas!!!!
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